14 de septiembre de 2009

Vuelve el frío

Un final anunciado.
De hecho todos lo son, la eternidad es algo tan abstracto y falaz... Pero no es un dominio del tiempo sino de la percepción. El tiempo no delimita el final de las cosas, sino nuestra mente y nuestras propias imposiciones, conscientes o no. El verano se acaba, pero acaso nos importa algo? ¿Realmente es capaz de generar un trauma el cambio de estación, el frío, la duración de los días? Sinceramente creo que no.

Los sentimientos que vinculamos al verano, y sobretodo nosotros, estudiantes de pro; son cuánto menos agradables, sino maravillosos y excitantes. Cada verano se nos presenta como una selva virgen a un explorador, creemos avistar el nacimiento del nilo entre la aridez del desierto, algunos preveen incluso descubrir nuevas metas, acaso el nirvana? Muchas veces no cubren sus espectativas y otras francamente sí. Pero la libertad de los días de verano es finita e ilusoria.
Septiembre se cierne sobre nosotros con la sombra de las aulas a sus espaldas cargada de responsabilidades. El frío acentúa la sensación de cambio, estérilidad y seriedad.
Me gusta.
Prefiero el frío al calor, me ayuda a pensar y a ser más eficiente.
Pero no hay pasión. Se congela y se marchita.
Aún no ha comenzado el Otoño y ya echo de menos el Verano. Vuelve el frío, y me vuelvo a arremolinar en mi cama vacía.
La manta ya no me arropa. Necesito tu verano.
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